‘Colapso de bebés’ en California: el acceso más amplio a los DIU brindado por Obamacare podría ser una de las causas
El humilde DIU es solo una de las muchas razones por las que se espera que en California se produzcan casi 50.000 nacimientos menos en 2021, el punto más bajo de una “crisis de bebés” nacional.
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California está a punto de abandonar su mandato del uso de mascarilla para disfrutar de un verano placentero y posible gracias a las vacunas, pero en materia de protección, algunas angelinas, como Jahkara Smith, no dependen solo de los anticuerpos.
“Muchas de mis amigas se han puesto DIU recientemente”, afirmó esta veterana de la Fuerza Aérea de 24 años de edad, un ícono de YouTube convertido en estrella de televisión. “Incluso si pierdes tu seguro médico, ya está colocado. No van a venir a retirártelo”.
El humilde DIU, abreviatura de ‘dispositivo intrauterino’, es solo una de las muchas razones por las que se espera que California tenga casi 50.000 nacimientos menos en 2021, el punto más bajo de un “colapso de bebés” nacional ocurrido durante el COVID-19, que desató una reacción política y dejó a familias jóvenes y candidatos a ser padres ahogados en las arenas movedizas de la demografía.
Si bien las californianas posponen el embarazo de muchas otras maneras -entre ellas píldoras sin receta, hormonas autoinyectadas y tasas más altas de abstinencia y aborto-, los expertos consideran que el diminuto dispositivo en forma de T ayudó a un número sin precedentes de ellas a evitar la llegada de la cigüeña en los últimos meses.
“Con mi DIU, tengo tiempo para planificar”, remarcó Smith. “Muchas de mis amigas quieren tener bebés; yo también, pero cuando piensas en las herramientas que te brindan en comparación con las que necesitas, la situación es penosa”.
Los economistas, demógrafos y expertos en salud reproductiva coinciden: la crisis del COVID-19 culminó una década en la que los costos básicos superaron con creces los salarios, al tiempo que la Ley de Cuidados de Salud Asequibles hizo que el control de la natalidad fuera efectivamente gratuito para la mayoría de los estadounidenses. Esto es especialmente cierto en California, donde la renta de mercado justa cuesta tanto como un Tesla, el preescolar cuesta lo mismo que UC Berkeley y un DIU cuesta $0 en promedio con seguro público y privado.
“La gente se imagina una situación como [en la cinta] ‘Children of Men’, cuando en realidad fue la pandemia lo que los asustó”, comentó Ponta Abadi, experta en salud reproductiva, refiriéndose al thriller apocalíptico de 2006 en el que una pandemia esteriliza a la humanidad. “Hizo que muchas personas perdieran sus trabajos y eso afectó si querían tener hijos”.
Los datos históricos confirman esto, comentó Melissa Kearney, profesora de economía en la Universidad de Maryland. La pandemia de gripe española de 1918 provocó una interrupción significativa de bebés a pesar de que la anticoncepción era rudimentaria y casi totalmente ilegal en ese momento. Durante la Gran Recesión, la tasa de natalidad disminuyó alrededor del 1% por cada porcentaje que aumentó el desempleo.
Un informe de la ONU señala que, si bien los restaurantes y los establecimientos minoristas contribuyen al desperdicio mundial de alimentos, la mayoría (61%) de ello ocurre en el hogar. Los consumidores de todo el mundo desechan más de 628 millones de toneladas de comida cada año.
Los nuevos datos de una encuesta del Guttmacher Institute, un grupo de expertos que aboga por los derechos reproductivos, sugieren que esta vez el efecto podría ser aún mayor. Más de un tercio de los encuestados respondieron que planeaban posponer la paternidad, o querían tener menos hijos debido a la pandemia, que fue devastadora para las mujeres en edad reproductiva a pesar de ser mucho más mortal para los hombres mayores. Aproximadamente la mitad de los cinco millones de mujeres que quedaron sin trabajo la primavera pasada tenían hijos pequeños, y otro millón de madres se vieron afectadas por la presión de la escuela virtual en otoño e invierno. Algunas retrasaron o interrumpieron los embarazos en medio de la noticia de que el COVID-19 podía ser más grave y mortal para las gestantes.
El impacto fue sísmico: los proveedores locales de abortos ya estaban experimentando un aumento en la demanda en abril de 2020, y los médicos de todo el país afirman que desde entonces han ayudado a los trabajadores de la salud de primera línea, a padres recientemente desempleados y a madres trabajadoras devenidas maestras a interrumpir embarazos que, en cualquier otro año, habrían terminado en la sala de partos.
“Cuando las clases comenzaron a ser virtuales, tuvimos que modificar nuestro horario por completo”, señaló la Dra. Diane Horvath, una proveedora de servicios de aborto en Maryland. “[Muchas] personas nos dijeron que, si no hubiéramos estado en la pandemia, habrían seguido adelante con el embarazo”.
Pero los abortos se mantienen casi en mínimos históricos y hay poca evidencia de que haya más en California que en otros estados. Los milenios en el Estado Dorado tampoco son significativamente diferentes en logros educativos o estructuras familiares en comparación con sus pares en otros estados populosos donde el declive ha sido más modesto. En lugar de ello, afirman los expertos, un aumento más pronunciado en el desempleo pandémico ejerció una fuerte presión a la baja sobre los padres y los futuros padres, que ya se sentían presionados por el estancamiento de salarios, el aumento de las rentas y otras tensiones económicas que vienen deprimiendo las tasas de natalidad hace años.
Esas presiones son especialmente agudas en Los Ángeles, donde los alquileres aumentaron casi al doble de la tasa de los salarios en la última década. Enviar a un niño en edad preescolar a una guardería diurna ahora cuesta significativamente más que costear al primer año de un estudiante en Cal State Long Beach; el cuidado infantil supera la matrícula universitaria en UCLA, donde las tarifas aumentaron un 30% en la última década. Sin embargo, solo uno de cada cuatro niños cuyos padres pueden pagar una guardería en Los Ángeles encuentra vacante. Para aquellos que dependen de los subsidios estatales, la proporción es de uno de cada nueve.
“[El cuidado infantil] no solo es inasequible; no abunda”, comentó Jessica Chang, directora ejecutiva de WeeCare, la red de guarderías en hogares más grande del país. “Es un factor importante por el cual la gente [aquí] tiene menos hijos”.
El cuidado de niños es ahora más caro que la vivienda en California, y a su vez esta es más costosa aquí que en cualquier otro estado excepto en Hawái. “Los precios de la vivienda se dispararon después de 2014 y eso afectó mucho a las personas”, reflexionó Dowell Myers, profesor de planificación urbana y demografía en la USC.
Ese también fue el año en que los DIU surgieron como una de las formas más populares de anticoncepción en Estados Unidos, después de décadas languideciendo a la sombra de un modelo inicial fallido que fue retirado del mercado antes de que la mayoría de las usuarias modernas fueran concebidas.
“Los DIU son muy populares entre los jóvenes”, que solo han conocido modelos seguros y gratuitos, afirmó Abadi.
En 2007, la última marca más alta para la fertilidad estadounidense, aproximadamente el 6% de las mujeres que intentaban prevenir un embarazo usaban anticonceptivos reversibles de acción prolongada como los DIU, un salto significativo desde 2000, cuando aproximadamente el 2% lo hacía. En 2014, solo tres años después de que se volvieran gratuitos para la mayoría de las pacientes gracias a la ley Obamacare, ese número se acercaba al 15%. Y cuando el acceso se vio amenazado a raíz de las elecciones de 2016, su uso aumentó nuevamente.
Aquí es donde los anticonceptivos reversibles de acción prolongada se vuelven importantes. Un DIU de cobre como el de Smith puede prevenir embarazos hasta por 12 años, aproximadamente un tercio de la vida reproductiva de una mujer promedio. Sin embargo, hace apenas 12 años, antes de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles, la mayoría de los médicos no los recetaban a mujeres que no habían tenido hijos, y la colocación de uno podía costar más que un aborto en el primer trimestre. Tres de los cuatro DIU hormonales actualmente en el mercado -y en el cuerpo de millones de estadounidenses- aún no habían sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
Eso los hace más atractivos para muchas mujeres, ya que el acceso al control de la natalidad todavía está limitado por la política y la cobertura de seguros, incluso en el marco de la ley. “Recibí el DIU un día antes de cumplir 26 años, cuando todavía estaba cubierta por el seguro de mis padres”, comentó la novelista Steph Cha, quien confió en el suyo durante siete años. “Cuando me lo quitaron, le pregunté al médico si podía llevármelo a casa. Lo tengo en mi billetera; es un pequeño talismán”.
Al igual que Smith, Cha dijo que el dispositivo les permitió a ella y a su esposo establecerse profesionalmente antes de formar una familia. “Siempre quisimos tener hijos, simplemente lo pospusimos”, remarcó mientras alimentaba al hijo de 13 meses de ambos, Leo, en su casa de Mid-City en una mañana reciente. “Y este fue un buen momento”.
Irónicamente, Cha dio a luz a Leo apenas unas semanas después de la orden de quedarse en casa de California, en abril de 2020. Ella estuvo entre las primeras angelinas en pasar por el trabajo de parto con una mascarilla, en medio de nuevas restricciones estrictas sobre quién podía asistir al parto. En ese momento, las madres que daban positivo por coronavirus en el hospital eran separadas por la fuerza de sus recién nacidos, y se acababa de identificar el raro síndrome inflamatorio que afecta a algunos pequeños.
Ahora está claro cuán aterradoras fueron esas condiciones para las familias de California. En diciembre, cuando se esperaba que nacieran los bebés concebidos entre mediados de marzo y principios de abril, el estado experimentó una disminución del 10% en los partos, en comparación con la reducción del 2% año tras año que había sido típica durante la última década. En enero, cuando la mayoría de los bebés concebidos en abril y principios de mayo nacieron, los alumbramientos habían caído un asombroso 23%.
“Había tanto miedo y confusión. ‘¿Qué pasa si quedo embarazada, cuál es el efecto de la infección en la gestación?’, se preguntaban”, recordó la Dra. Aparna Sridhar, profesora de obstetricia y ginecología en UCLA. “Cuando la pandemia estaba realmente en su apogeo, también ofrecíamos DIU postplacentarios a las gestantes”, un dispositivo que se coloca a mano pocos minutos después del nacimiento del bebé. “Tratábamos de evitar que tuvieran que volver”.
Sin embargo, en muchos sentidos, la pandemia fue un momento ideal para Cha como nueva madre. “Siento que trabajar ambos desde casa durante todo un año nos ha beneficiado extrañamente”, explicó, mientras Leo se paseaba entre sus juguetes de madera al estilo Montessori. “Para las personas que tienen […] recursos, probablemente ahora sea un buen momento para hacerlo. Mientras que para aquellos que no saben bien cuál es su situación laboral, o cuánto tendrán que gastar en atención médica el próximo año, es un momento terrible para quedar embarazada”.
Desde la óptica de los trabajadores de la salud reproductiva, la capacidad de las personas para tener hijos cuando lo desean y no tenerlos cuando no es el objetivo final; pero que decenas de miles de individuos más, decidan no afrontar embarazos al mismo tiempo, es algo que preocupa a los economistas y demógrafos, para quienes la tendencia podría ejercer una enorme presión sobre la economía en los próximos años.
Algunos creen que el Plan de Familias Estadounidenses, anunciado en abril pasado, y el programa de jardín de infantes de transición universal presentado este mes por el gobernador Gavin Newsom, ayudarán a devolver el brillo a la natalidad. Pero a otros les preocupa que no sea suficiente para contrarrestar las fuertes caídas en la inmigración -la principal fuente de crecimiento de la población del estado durante años- o las continuas presiones económicas que hacen que la maternidad sea insostenible para tantos jóvenes. “Me gustaría que tuviéramos discusiones más amplias sobre qué está causando la ansiedad de la gente, más allá de la pandemia”, remarcó Abadi. “Muchos tal vez solo no quieren tener hijos en este momento porque es un período terrible”.
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